Cuando el ángel Gabriel le habló a la Virgen María en la Anunciación, el ángel la saludó con las palabras: “Salve, llena eres de gracia”. Cuando repetimos estas palabras en una de las oraciones católicas más conocidas, añadimos su nombre: “Ave, María, llena eres de gracia”. El hecho de que el ángel no usara su nombre no disminuye el saludo dado a María; simplemente nos muestra la clave de su identidad: estaba llena de la vida y del amor de Dios.
El Tiempo de Pascua da un énfasis especial a la realidad de nuestro Bautismo, ya que es la piedra angular de nuestra identidad como cristianos. En el Bautismo, la vida y el amor de Dios entra fuertemente a nosotros de una manera particular, haciéndonos “llenos de gracia”. Como cristianos, tenemos una relación especial con Dios y también con todos los que comparten la vida de la gracia. Esto incluye una relación especial con la Virgen María.
¿Estamos todavía llenos de gracia? Bueno, no somos perfectos. Hacemos nuestro mejor esfuerzo para cultivar la vida de gracia que Dios nos da. Al hacerlo, es justo que miremos a María, ella es la Madre de todos los cristianos. El mes de mayo está especialmente dedicado a ella, por lo que este es un buen momento para recordarnos que la Madre de Cristo es nuestra madre también. Ella nos cuida y ora a su Hijo con nosotros y por nosotros. Recen un “Avemaría” adicional de vez en cuando durante este mes, como una poderosa expresión de fe de que nuestra santa Madre reza por nosotros “ahora y en la hora de nuestra muerte”.
Con Agradecimiento,
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